July 21, 2007

Y ahora con ustedes la churronovela...

Ok...
Me levanto muy temprano para ir a mis clases de japonés. Mi cabeza me duele, mi cuello está torcido, más que de costumbre... Producto del desvelo de anoche, gracias a que ALGÚN PENDEJO puso el maldito estéreo de su carro a todo volumen y con un tracklist del asco. Y no, ni siquiera Beck pudo salvarme de ese infierno.
Pero mah... No era sólo el grandísimo pedazo de idiota que tenemos en frente de la calle el motivo al que le atribuía mi insomnio. Esa misma noche tuve una plática con una persona que creía desaparecida de mi vida, quien amablemente me tendió su mano amiga otra vez. Fue una reconciliación casi indirecta y muy bizarra, lo cual provocó que mi mente se inquietara por varias horas...
Bien... Me levanto, de malas, la familia se apura, se altera... Todos andamos raros.
Todos menos mi hermano, manojo de optimismo, que siempre se preocupa por su hermana enferma mental... Llego tarde a las clases, el salón está casi vacío, últimamente ya van muy pocos. Repasamos, aprendemos, me luzco, haha... Me siento orgullosa y por ende mejor.
Dan las 11 y salimos del kyoshitsu (salón) camino a la oficina (que por cierto está hasta el otro lado de la asociación) para comprar nuestros sagrados alimentos (una caja de takoyaki y una onigiri para cada uno, sustancioso y bizarro desayuno).
Una de las profesoras me pregunta algo en japonés, no le entiendo muy bien y ya después solo logro entenderle algo de "denwa" (teléfono)
¿Denwa? - Le pregunto mientras hago con mi mano un gesto de hablar por teléfono - ¿Datte?
Si, si, ¿a ti se te perdió? - Me dice ella en su español quebrado, mientras me muestra un motorola RZR negro que yo daba por robado.

Sólo logré estallar en júbilo/confusión:
"¡¡¡AHHHH, HAI, HAI, HAI, SOU DESU!!! ¡Ah, arigato gozaimasu!"

Ya salimos de la oficina. Fabio, otro profe nikkei, se apoderó del lugar en el que SIEMPRE me siento a tragar... Sospechoso. El otro día quiso que me quedara en su clase, haha... Igual y me trae ganas. Mugre Fabio... XD
Como no puedo sentarme en las escaleritas dichosas, me dirijo a un grupito de gente con el que antes me tocaba ir a clase (antes de reprobar el primer curso...) y platico.
Luego recuerdo que había recuperado el cel. Bien, ahora puedo hablarle a D para invitarlo a una tocada de unos amigos que se efectuaría el día siguiente.

Le mando un mensaje.
¡No me reconoce! Le recuerdo quien soy...
No obtengo una respuesta inteligente.
Tomé esa apatía como un "no".

Ah... Me siento bastante, bastante perdedora, pero ah... Qué el voy a hacer...

Sólo tenía que dejarlo salir y porque no tengo nada que hacer.

Saludos Victorianos

Sue

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